Mapimi, Durango.
Hace mucho tiempo en el área que ahora es Mapimí vivía una comunidad de indios que creían en la existencia de varios dioses. Durante una temporada de lluvias se les vino un diluvio. En su desesperación el pueblo indígena le ofreció a los dioses una doncella en sacrificio para que pararan las lluvias.
La lluvia cesó y como lo había prometido el pueblo, una doncella empezó a escalar el cerro. La Bufa, como ahora llaman al cerro, tomó la forma del perfil del rostro de la india con una arracada.
Algunos cuentan que el pueblo desapareció y que yace debajo de Mapimí encantado. Y que la forma de desencantarlo es siguiendo un ritual indígena en el que un niño recién nacido tiene que ser lanzado desde la parte más alta del cerro. Entonces empezará a llover y las presas se desbordarán arrasando con todos los poblados cercanos.
Otros cuentan que cerca del fin del mundo empezará a llover y que una joven virgen subirá al cerro para tomar el lugar de la doncella indigena para que pare la lluvia. Entonces la doncella del pueblo indígena bajará y tomará control su pueblo desencantado.
Mientras la doncella es liberada y el territorio esté inundado, las cordilleras que rodean a Mapimí tomarán vida. Los cerros se convertirán en un dragón y en un lagarto quienes lucharan hasta que uno gane. Se dice que el dragón lanzara bocanadas de fuego y que el lagarto con colazos lanzará agua al dragón. Nadie sabe quién ganará pero Mapimí y sus alrededores desaparecerán sin dejar rastro.
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